(Para con el dardo de Lázaro – Dilema, viñeta
primera o tercera o última de la página 1,
o la segunda de la segunda fila de la segunda página)
CON EL DARDO DE LÁZARO
Esta palabra se documenta en español
desde finales del siglo XVI.
María Moliner lo recoge en su Diccionario
como: “disyuntiva. Situación en la que alguien tiene forzosamente que elegir
entre dos soluciones, ambas malas. Por ejemplo: me pone en el dilema de aceptar
sus condiciones o marcharme”.
Hoy la palabra queda definida así:
“obligación de escoger entre dos opciones posibles”. No es necesario por tanto
que ambas opciones sean malas, para que podamos hablar de “dilema”. Y tampoco
se exige ya que sea obligatorio optar, sólo que sea posible.
Lo que queda claro es que, para poder
emplear correctamente la palabra dilema, las opciones posibles, entre las que
nos vemos obligados a escoger o que podemos escoger han de ser dos, solamente dos y no más de
dos.
Lázaro Carreter dice que últimamente ha
observado que la palabra “dilema” viene utilizándose como obligación de escoger
entre muchas opciones y, por tanto, nos dice que se utiliza mal.
Veamos si soy capaz de poner dos ejemplos
que clarifiquen el asunto:
a - “Tengo un dilema: de los diez
candidatos que se presentan no sé a cuál votar”. Estaría mal usado, pues solo
se debe establecer el dilema entre DOS opciones para que su uso sea correcto.
b - “Tengo un dilema: no sé si votar a
los conservadores o a los progresistas”. Estaría bien utilizada la palabra
“dilema”, pues la posibilidad de optar se establece sólo entre DOS opciones.
La palabra viene del griego (di = dos;
lemma = proposición).
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