CON EL DARDO DE LÁZARO
...y un largo etcétera
Dice Lázaro Carreter:
“¿Les suena? Es
la moda madrugadora, la que se adelanta a la hora que va a dar. Nació en el
laboratorio de un osado inventor, la exhibió, y ya están sobándosela. Porque a
alguien se le ocurrió –en un cacumen culto hubo de nacer ese hallazgo- tan
precozmente triunfador. Sería injusto motejarlo de imbécil: nada que triunfa lo
es. Quien dio con un ‘largo etcétera’ como remate o coda de una enumeración,
merecería que todos los hablantes cayéramos sobre él para abrazarlo, igual que
el equipo entero se abate, en el estadio, sobre el autor de un tanto, con un
amago de linchamiento entusiasta. Sólo que el nuestro no debía amagar.
En épocas de
mayor cordura idiomática, cuando era corriente que cualquiera supiese el
significado de ‘etcétera’ (‘y las demás cosas o personas’), sobre ese hallazgo anónimo habría caído una
tormenta de almohadillas coléricas.
Ahora, en cambio, con el idioma prendido con alfileres en la cultura
media, ha ocurrido lo esperable: a necedad más honda, mayor exaltación. Es otro anglicismo. Era insospechado por tan
necio. En las lengua románicas no es un nombre; sí lo es al modo ingles. Es un pronombre, y, como le ocurre a
cualquier pronombre, ni puede llevar artículo (‘un etcétera’), ni adjetivo (‘un
largo etcétera’).”
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