Neologismos
en el castellano del siglo XVIII
Dice Lázaro Carreter:
“El francés, como es sabido impone su yugo al resto de los idiomas
europeos durante el siglo XVIII en coincidencia con la instalación borbónivca
en Madrid y con una aflictiva depauperación cultural de España, especialmente
patente en el cultivo de la filosofía y de las ciencias naturales, porque no se
ha contado con nadie comparable a un Descartes, a un Pascal, o Kleper o
Galileo.
Los franceses marcan la pauta de la modernidad, y nuestros hombres más
reflexivos señalan el camino que deben seguir los españoles para instalerse en
ella. El siempre benemérito P. Feijoo lanzará una proposición escandalosa: que
los jóvenes no sean obligados a estudiar latín y griego, pues las obras
maestras escritas en tales lenguas ya están traducidas a los idiomas modernos.
Que aprendan en su lugar lenguas vivas, y, en primer término, el francés, en el
cual, afirma, ‘hablan y escriben todas las ciencias y artes sutiles’. Fue
entonces cuando el problema del neologismo sale de los círculos minoritarios de
escritores y letrados, para dar lugara un verdadero y secular debate público.”
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