martes, 27 de agosto de 2019


Neologismos en el castellano del siglo XVIII

Dice Lázaro Carreter:

“El francés, como es sabido impone su yugo al resto de los idiomas europeos durante el siglo XVIII en coincidencia con la instalación borbónivca en Madrid y con una aflictiva depauperación cultural de España, especialmente patente en el cultivo de la filosofía y de las ciencias naturales, porque no se ha contado con nadie comparable a un Descartes, a un Pascal, o Kleper o Galileo.
Los franceses marcan la pauta de la modernidad, y nuestros hombres más reflexivos señalan el camino que deben seguir los españoles para instalerse en ella. El siempre benemérito P. Feijoo lanzará una proposición escandalosa: que los jóvenes no sean obligados a estudiar latín y griego, pues las obras maestras escritas en tales lenguas ya están traducidas a los idiomas modernos. Que aprendan en su lugar lenguas vivas, y, en primer término, el francés, en el cual, afirma, ‘hablan y escriben todas las ciencias y artes sutiles’. Fue entonces cuando el problema del neologismo sale de los círculos minoritarios de escritores y letrados, para dar lugara un verdadero y secular debate público.”

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jueves, 22 de agosto de 2019


Neologismos en el castellano del siglo XVII

Dice Lázaro Carreter:

“Sobre la lengua de todos, he aquí lo que pensaba fray Jerónimo de San José. en su ‘Genio de la Hostoria’, de 1651: aunque la decadencia española era ya patente. aún se mantiene el orgullo imperial, el brío español, dice, ‘no sólo quiere mostrar su imperio en conquistar y avasallar reinos extraños, sino también ostentar su dominio en servirse de los trajes y lenguajes de todo el mundo, tomando libremente lo que más le agrada y de que tiene más necesidad para enriquecer y engalanar su traje y su lengua, sin embarazarse en oír el italiano o el francés: este vocablo es mío; y al flamenco o alemán: mío es este traje. De todos con libertad toma, como de cosa suya […]; y, así, mejorando lo que roba, lo hace con excelencia propio’. Los neologismos, lejos de causar aprensión, constituían,mpues, un honroso botín.”

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sábado, 17 de agosto de 2019


 Puristas y liberales

Dice Lázaro Carreter:

“Juan de Valdés (Siglo XVI) en su ‘Diálogo de la Lengua’ enumera algunos vocablos italianos que el castllano debería adoptar como facilitar, fantasía, aspirar a algo, entretejer o menejar,por lo cual sufre el reproche de otro de los coloquiantes, Coroliano, precoz purista: ‘No me place que seáis tan liberal en acrecentar vocablos en vuestra lengua, myormente si os podéis pasar sin ellos, como se han pasado vuestros antepasados hasta ahora’. Otro tertuliano, Torres, interviene con decisión: cuando unos vocablos ilustran y enriquecen la lengua, aunque algunos se le hagan ‘durillos’, dice, dará su voto favorable y, ‘usándolos mucho’, prosigue, ‘los ablandaré’. Un cuarto personaje, Marcio, toma la palabra: ‘el negocio está en saber si querríades introducir estos por ornamento de la lengua o por necesidad que tenga de ellos’. A lo que Juan de Valdés contesta resolutivamente: ‘Por lo uno y por lo otro’.
He aquí pues planteado ya el problema a la altura de 1535, bien manifiestas las actitudes fundamentales en torno al neologismo, que habrán de ser constantes con el correr de los siglos hasta hoy.”

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sábado, 10 de agosto de 2019


Lo propio y lo ajeno

Dice Lázaro Carreter:

“El pequeño drama empazó en España una vez que el idioma estuvo constituído. Ello ocurre a partir de Renacimiento, es decir, durante la primera mitad del siglo XVI. Surge entonces una conciencia crítica –por supuesto no unánime- acerca de lo propio y de lo ajeno en el idioma; da testimonio de ello Juan de Valdés, el cual, comentando en su ‘Diálogo de la lengua’ la abundancia de arabismos, asegura que ‘el uso nos ha hecho tener por mejores los (vocablos) arábigos que los latinos; y de aquí es que decimos antes alhombra que tapete, y azeite que olio’. He aquí, pues, reconocida por Valdés una causa  fundamental del neologismo: el tenerlo por mejor que el término propio sin causa aparente. No olvida, como era de esperar, la otra causa más palmaria: la necesidad de servirse del término árabe para ‘aquellas cosas que hemos tomado de los moros’, dice, sin tener manera neolatina de nombrarlas”.

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domingo, 4 de agosto de 2019


Ante las nuevas voces

Dice Lázaro Carreter:

“El movimiento anímico, que pasa de lo autóctono a lo advenido con o sin conciencia de hacerlo, y que lleva a unos hablantes a rechazar, a otros a admitir y a los más a hacer ambas cosas, no delata hipocresía, ni, si se me apura, contradicción, sino que constituye una evidencia de cómo vive el idioma en la cabeza de los hablantes, en nuestra alma. Lo hace contra el repudio de lo alienígena, porque nos desvirtúa, y la aceptación resignada, entusiasta o inadvertida de cuanto lo renueva y lo hace más útil para vivir con los tiempos.
Es fácil predecir que esta pugna entre ambos extremos no acabará nunca, al menos, mientras no cambie, y va para largo, todo aquello que la civilización grecolatina legó a la nuestra.”

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