Expresión
cazada: ciudadanos y ciudadanas, compañeros y compañeras…
Dice Lázaro Carreter:
“Otra consagración electoral: los pares ‘ciudadanos y ciudadanas, compañeros
y compañeras, extremeños y extremeñas’
repicaron en esas semanas con monotonía de cigarra canicular. Un anónimo
reivindicativo mueve a muchos y, sobre todo, a muchas a arrebatar al maculino
gramatical la posibilidad, común a tantas lengua, de que, en los seres
sexuados, funcione despreocupado del sexo, y designe conjunta o
indiferentemente al varón y a la mujer, al macho y a la hembra. ¿Preguntarán a
alguien si tiene ‘hijos’ o preferirán
‘hijo/s o/e hija/s’?. Una observancia continua y cartuja de tales copulaciones
causa ralentización del discurso y tedio mediático. Puede jurarse que Miguel
Hernández no excluía a las vareadoras cuando invocaba a los ‘aceituneros altivos’ de Jaén. ¿Con rigor
de arenga o de entrevista debería haber excrito ‘aceituneros altivos y aceituneras altivas’ o al revés como exige el
orden ortográfico? Es difícil concebir na da más concejil e iliterario.”
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