martes, 27 de agosto de 2019


Neologismos en el castellano del siglo XVIII

Dice Lázaro Carreter:

“El francés, como es sabido impone su yugo al resto de los idiomas europeos durante el siglo XVIII en coincidencia con la instalación borbónivca en Madrid y con una aflictiva depauperación cultural de España, especialmente patente en el cultivo de la filosofía y de las ciencias naturales, porque no se ha contado con nadie comparable a un Descartes, a un Pascal, o Kleper o Galileo.
Los franceses marcan la pauta de la modernidad, y nuestros hombres más reflexivos señalan el camino que deben seguir los españoles para instalerse en ella. El siempre benemérito P. Feijoo lanzará una proposición escandalosa: que los jóvenes no sean obligados a estudiar latín y griego, pues las obras maestras escritas en tales lenguas ya están traducidas a los idiomas modernos. Que aprendan en su lugar lenguas vivas, y, en primer término, el francés, en el cual, afirma, ‘hablan y escriben todas las ciencias y artes sutiles’. Fue entonces cuando el problema del neologismo sale de los círculos minoritarios de escritores y letrados, para dar lugara un verdadero y secular debate público.”

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